Dado que los niños de 8 a 18 años pasan una media de 44,5 horas a la semana frente a las pantallas, a los padres les preocupa cada vez más que el uso compulsivo de Internet les prive de experiencias en el mundo real. Casi el 23% de los jóvenes dicen sentirse «adictos a los videojuegos» (31% hombres, 13% mujeres). Estos son los resultados de un estudio realizado por Harris Interactive entre 1.178 niños y adolescentes estadounidenses (de 8 a 18 años), documentando la prevalencia del uso patológico de videojuegos en el país, así como el uso de medios sociales como Facebook e Instagram.
Casi uno de cada 10 jóvenes jugadores muestra suficientes síntomas de daño en su escuela, familia y bienestar psicológico como para merecer una seria preocupación.
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Además de los juegos, los niños llenan su tiempo libre con otras actividades en línea: redes sociales, mensajería instantánea, blogs, descargas de archivos, juegos, etc. La doctora Kimberly Young, directora del Centro para la Recuperación de la Adicción a Internet, encontró las siguientes señales de advertencia potenciales para los niños con uso patológico de Internet:
- Pierde la noción del tiempo en línea
- Sacrifica horas esenciales de sueño para pasar tiempo en línea
- Se agita o se enfada cuando se interrumpe el tiempo en línea
- Revisa el correo electrónico o los mensajes en línea varias veces al día
- Se vuelve irritable si no se le permite el acceso a Internet
- Pasa el tiempo en línea en lugar de hacer las tareas de la casa o los quehaceres.
- Prefiere pasar el tiempo en línea que con los amigos o la familia
- No respeta los límites de tiempo establecidos para el uso de Internet
- Miente sobre la cantidad de tiempo que pasa en línea, o se conecta a escondidas cuando no hay nadie.
- Establece nuevas relaciones con personas que ha conocido en Internet.
- Parece preocupado por volver a conectarse cuando se aleja del ordenador
- Pierde el interés por las actividades que disfrutaba antes de acceder a Internet
- Se vuelve irritable, malhumorado o deprimido cuando no está conectado
El coste emocional de la adicción a Internet en la infancia
La adicción a Internet entre los niños es una preocupación creciente. El acceso a Internet es una parte vital del mundo actual y una herramienta importante en la educación de nuestros hijos. También es un medio muy entretenido e informativo. Sin embargo, estas mismas cualidades también hacen que sea una escapada tentadora para muchos niños. Pueden ser cualquiera en una sala de chat en línea o jugar emocionantes y desafiantes partidas contra otros jugadores de todos los rincones del mundo. Con un clic del ratón, pueden entrar en otro mundo en el que los problemas que perciben en su vida real ya no existen y todas las cosas que todos desean ser, hacer o experimentar son posibles.
Al igual que la adicción a las drogas y al alcohol, Internet ofrece a los niños y adolescentes una forma de escapar de experiencias dolorosas o situaciones desagradables. Sacrifican las horas de sueño necesarias para pasar tiempo en línea y se alejan de la familia y los amigos para escapar al cómodo mundo en línea que han creado y moldeado.
Los niños que carecen de relaciones útiles o afectuosas o que sufren de escasas habilidades sociales y de afrontamiento corren un mayor riesgo de desarrollar hábitos inapropiados o excesivos en línea. Como se sienten solos, alienados y pueden tener problemas para hacer nuevos amigos, recurren a extraños invisibles en las salas de chat en línea, buscando la atención y la compañía que les falta en la vida real. Pueden proceder de familias con graves problemas en el hogar, o pueden sufrir acoso o dificultades de comunicación en la escuela y en las actividades extraescolares, por lo que pueden hacer frente a sus problemas pasando tiempo en Internet.
Socialmente, aprenden a intercambiar mensajes instantáneos con sus amigos en lugar de desarrollar relaciones personales, lo que puede afectar a la forma en que se relacionan con sus compañeros. Como explicó un dirigente:
Internet les impide trabajar en grupo. Nuestros profesores se esfuerzan por conseguir que participen en alguna tarea de equipo; en cambio, todos prefieren mirar el ordenador. Cuando las veo hablar entre ellas en el pasillo, veo a chicas jóvenes que son socialmente agresivas o inapropiadas, y no puedo evitar pensar que Internet las está socializando de forma que las limita emocionalmente y les hace más difícil conectar con otras personas en el mundo real.
¿Cómo frenar la adicción a Internet de su hijo?
Resolver el problema
En una familia biparental, es muy importante que ambos padres presenten un frente unido. Como padres, cada uno debe tomarse el problema en serio y acordar objetivos comunes. Discutid la situación juntos y, si es necesario, llegad a los objetivos deseados para que, cuando os acerquéis a vuestro hijo, partáis de la misma base. Si no lo hace, su hijo se dirigirá al padre más escéptico y le dividirá.
En una familia monoparental, el progenitor debe tomarse un tiempo para pensar en lo que debe decir y prepararse para la probable reacción emocional del niño. Un niño que es adicto o se está haciendo adicto a Internet se sentirá amenazado ante la sola idea de limitar el tiempo de uso del ordenador o de la pantalla. Un padre soltero tiene que estar preparado para un arrebato emocional lleno de frases acusadoras diseñadas para hacer que el padre se sienta culpable o inadecuado. Es importante no reaccionar a la emoción – o peor: distraerse de la lectura de la falta de respeto. Reconozca los sentimientos de su hijo, pero céntrese en el tema de su uso de Internet.
Demuestra que te importa
Es útil empezar la conversación recordándole a tu hijo que le quieres y te preocupas por su felicidad y bienestar. Los niños y jóvenes suelen percibir las preguntas sobre su comportamiento como acusaciones y críticas. Debes tranquilizar a tu hijo diciéndole que no lo estás juzgando. Más bien, dígale a su hijo que le preocupan algunos de los cambios que ha notado en su comportamiento, y defina estos cambios en términos concretos: cansancio, menor rendimiento académico, abandono de aficiones, aislamiento social, etc. E. El niño al que le gustaría ver informar sobre cuánto tiempo pasa en línea cada día y qué actividades en línea realiza.
Recuérdales que con la televisión puedes controlar más fácilmente sus hábitos de navegación, pero que con Internet necesitarás su ayuda y cooperación para participar adecuadamente. Inclúyelos en el sistema de honor de llevar ellos mismos un diario durante una o dos semanas para crear confianza entre vosotros. Si se resisten a la idea o mienten abiertamente en su diario, probablemente estés tratando con su negación de la adicción.
Aumentar los conocimientos informáticos
Revisar las carpetas del historial y los diarios en línea, aprender sobre el software de control parental e instalar filtros, todo ello requiere un grado de conocimiento informático. Es importante que todos los padres aprendan la terminología (tanto técnica como popular) y tengan buenos conocimientos informáticos, al menos los suficientes para saber qué hace su hijo en Internet. Interésese activamente por Internet y averigüe dónde se conecta su hijo.
Establecer reglas y límites razonables
Muchos padres se enfadan cuando ven signos de adicción a Internet en sus hijos y les quitan el ordenador como castigo. Otros se asustan y obligan a su hijo a tirar en frío, creyendo que es la única manera de deshacerse del problema. Ambos enfoques crean problemas: tu hijo interiorizará el mensaje de que es malo; te considerará un enemigo en lugar de un aliado; y sufrirá verdaderos síntomas de retraimiento, como nerviosismo, ira e irritabilidad. En su lugar, trabaje con su hijo para establecer unos límites claros para el uso limitado de Internet. Dedica quizás una hora al día después de los deberes y unas horas más el fin de semana. Cumpla las normas y recuerde que no está tratando de controlar a su hijo ni de cambiar su personalidad: está trabajando para ayudarle a liberarse de su adicción. Por último, haz que el ordenador sea visible. Establezca una norma según la cual el uso del ordenador no relacionado con los deberes sólo debe tener lugar en las zonas más públicas de la casa, donde es más probable que su hijo interactúe con usted o con otros miembros de la familia.